Por: Carlos Decker-Molina
Según Thierry Breton, el comisario europeo de Mercado Interior, la UE “debe ampliar la industria de la defensa para hacerse cargo de su propia seguridad”. Es éste un tema que la UE tiene no sólo en su agenda electoral del 6 al 9 de junio; lo debe enfrentar, habida cuenta de que las encuestas estadounidenses son favorables a Donald Trump, proclive al desmembramiento de la OTAN y, además, amigo de Putin.
Esto está en directa vinculación con la guerra en Ucrania, cuyo apoyo encuentra dos explicaciones. La primera es la defensa de la democracia frente al autoritarismo dictatorial y la segunda tiene que ver con la seguridad del continente.
La UE tenía relaciones comerciales muy profundas con Rusia, bajo el principio de que los negocios atemperan las diferencias e incluso se creyó que las eliminarían, pero en realidad lo que único que pasó fue retardar la eclosión. Las diferencias se acrecentaron y surgió el problema de seguridad con la invasión de Rusia que produjo la guerra, que está en su tercer año.
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Putin pensó que sus relaciones comerciales, sobre todo con Alemania (petróleo y gas), iban a romper la unidad de la UE. Es más, el Kremlin ha hecho todo lo posible por destruir la UE. Una política que coincide con el pensamiento del empresario Trump, que prefería negociar como presidente de EEUU país por país, porque “la UE es nuestra rival en el mercado”.
En este momento, Rusia es para la UE un enemigo al que hay que derrotar por intermedio de Ucrania, pero no tiene el necesario armamento; de allí la preocupación de Thierry Breton.
La presencia comercial de China está en primera línea. Xi Jinping ha visitado en mayo París, Belgrado y Budapest. En el primer país se reunió con Ursula van der Leyen, que pidió al chino competir de igual a igual. Se sabe que la reconversión industrial en China se adelantó en comparación a la de UE, lo que implica que los asiáticos pueden llenar el mercado de automóviles eléctricos en detrimento de la industria europea. Caso similar pasa entre China y EEUU.
Los próximos cinco años en que se volverá a renovar el parlamento europeo serán decisivos en la recomposición de los alineamientos comerciales y económicos entre la UE, EEUU y China. Fuera de esa mesa queda Rusia, porque se esta convirtiendo, gracias a la guerra, en un aliado débil de los intereses globales de China.
Al mismo tiempo, entre EEUU y la UE hay una brecha que no se puede ignorar. Por ejemplo, el informe de Enrico Letta, ex primer ministro italiano y legendario europeísta, alerta contra lo que los franceses llaman décrochage, es decir la brecha, cada vez más grande entre la UE y EEUU respecto a la industria del recambio. Es una leve advertencia a conflictos económicos futuros entre los dos más importantes aliados occidentales que, supuestamente, tiene un enemigo común que es China.
Sin duda hay diferencias entre EEUU y la UE, pero se pueden limar las asperezas cuando la química política funciona como en la actualidad entre Biden y von der Leyen; algo que no pasaba con Donald Trump, que impuso un arancel del 25% a la importación de acero europeo. Y ésta es una de las razones por las que la UE observa detenidamente la política interna de EEUU y, sin expresarlo, formula votos para que Donald Trump pierda las elecciones de noviembre.
La UE y China expresaron un deseo común de desarrollar lo que llaman El Corredor Central, para enfrentar los desafíos geopolíticos actuales y fortalecer la seguridad de las cadenas de suministro.Y esto implica un alejamiento europeo de su alianza con la Casa Blanca, cuyo apoyo a Taiwán es incondicional.
China tiene en Serbia y Hungría a dos países aliados, y es posible sumar a Francia, que es el más proclive a apoyar la política de China que considera a Taiwán parte del gigante asiático, tesitura que EEUU no acepta.
Y a esto se suma la mano rusa. Las revueltas de campesinos europeos sobre todo en Polonia, Rumania y Hungría son instigados desde plataformas digitales capturadas por hackers rusos. Putin bajó los precios de su producción agrícola para perjudicar a Ucrania, y la UE, para ayudarla, le compra; ello implica menos mercados para los campesinos del resto de la UE.
El panorama está movido. Rusia no sólo alimenta el descontento del campesinado europeo, particularmente el de los ex países socialistas como Polonia y Rumania, sino que hace ataques híbridos en el campo de la cibernética. En Suecia hay alerta de grado 4 pues están detectados posibles atentados islamistas, habida cuenta de la quema del Corán en plazas públicas y el apoyo del gobierno de derecha y extrema derecha al gobierno de Netanyahu de Israel. A ello se suma los ataques híbridos rusos; algunos paralizan los pagos en supermercados en un país donde el dinero prácticamente no existe. El espionaje cibernético es el nuevo topo de este principio de Guerra Fría 02.
En el resto de los países de la UE los peligros son los mismos o parecidos.
Las elecciones de junio no eligen presidente porque la UE no es una federación, es una unión de estados europeos que mantienen sus perfiles propios a pesar de haber cedido parte de sus soberanías a Bruselas; de allí la importancia del parlamento europeo.
Es en Bruselas donde sancionarán quién los presidirá. Si Ursula van der Leyen entreabre la puerta a la extrema derecha, los ganadores serán Putin y Trump si éste vuelve a la Casa Blanca. El futuro del viejo continente, el de la Ilustración y la revolución francesa, se habrá truncado o al menos atrasará la profundización de la sociedad de bienestar verde e igualitaria que debiese construirse con cierta premura.