Por: Rodrigo Villegas
Se cuenta el dinero, los dólares. El falso, el que venden en las ferias – porque la divisa americana real es casi inencontrable –. Se los pasa de uno en uno y se le pide a alguien o algo, con fe, que en este tiempo venidero haya eso, plata. Prosperidad, tranquilidad. Que no falte la comida en la casa. Que no haya lágrimas por eso, por la escasez. Aquello sucede a medianoche, cuando las campanillas del reloj dan las 00.00 del 1 de enero de 2025. También se comen uvas, se camina con maletas, se colocan calzones amarillos o rojos. El abuelo se abraza con el nieto, el cuñado con la cuñada, el hermano con la prima. Se brinda y se espera por algo mejor para el año que acaba de nacer. Se desea salud.
Luego llega la comida, que habitualmente es cerdo. Para la prosperidad, dicen. Para que no falte nada y, por el contrario, se puedan dar esos lujos siempre. Días y horas antes, en los mercados de La Paz, el precio de carne de chancho iba por los Bs 45 el kilo. Un poco más, incluso. Por lo mismo, muchas madres de familia tuvieron que comprar una ración menor a la del año pasado. Eso sí, aunque un poquito estaba bien, ni modo, no podía faltar en la mesa.
Y es que así es la esperanza, es un salto a un vacío que uno espera que termine en una nube, en un lecho cómodo. Las proyecciones para 2025 dicen lo contrario, que será un año aún más difícil que 2024. Pero cómo quitarle la sonrisa a tu hijo y a sus juguetes recién comprados en Navidad, cómo decirle que ahora habrá que ser más criterioso con los gastos; capaz, también, con la alimentación. Cómo sacarle la alegría de verlo crecer sano y feliz un año más. No, eso no se puede.
Tal vez algo de eso habría que decirles a los políticos, mostrarles las sonrisas de nuestros niños. Que se den cuenta – ¿lo harán alguna vez – que el dinero es importante, claro que sí, pero no lo es todo. El poder. Que el amor siempre será más fuerte.
Es difícil: las organizaciones sociales afines a Evo Morales han anunciado el inicio de sus marchas y bloqueos de carreteras a partir del 10 de enero, con lo que se continuará con el bloqueo económico contra el país. La alianza opositora formada por Luis Fernando Camacho, Samuel Doria Medina, Tuto Quiroga y Carlos Mesa busca un candidato único para las elecciones de 2025, y prometen “salvar Bolivia”. Los cuatros vienen de familias que no conocieron el hambre, que nacieron en cuna de oro. Son empresarios, diplomáticos y políticos de la vieja estirpe. ¿Podrán “salvar Bolivia” si ni siquiera conocen el precio de algunos alimentos básicos de la canasta familiar?
Los comicios presidenciales están pactados para el 10 de agosto de este año, donde se celebra el Bicentenario de la nación. El Gobierno ha anunciado “un montón” de actos en celebración del acontecimiento, donde invertirá, seguramente, millones de dólares en agasajos y festejos un tanto inútiles, más aún en el eventual contexto. En el feriado de Año Nuevo, muchas vendedoras de verduras y fruta de la Ceja de El Alto se quedaron hasta altas horas de la noche, en el frío, en la lluvia que cayó. Y es que cada centavo cuanta para algunos. Para otros, para los poderosos de siempre, no.
Solo queda la esperanza, la fe de que 2025 será un mejor año que el que se quedó atrás, una gestión difícil por la escasez de dólares, de combustibles, de arroz, de aceite y otros alimentos.
Mientras queden las sonrisas de los que amamos, todo estará relativamente bien. Aunque a veces, lastimosamente, eso tampoco alcanza. No se puede vivir del amor.
Feliz Año Nuevo.