Más

    [Crónica] Iván, un caballo salvaje

    Por: Rodrigo Villegas

    Recuerdo el día que lo conocí: lo esperaba con un amigo más en la plaza Colón. Eran las diez de la mañana, más o menos. Hacía calor, aunque no tanto. Y llegó, nos había dicho que iba a recogernos de ahí para llevarnos a Los originales, los famosos chicharrones que se encuentran en el camino a Sacaba. Apareció en una vagoneta blanca, se aparcó a metros de nosotros, salió del vehículo y levantó los brazos. Sonreía, su barba café y larga acompañaba todo el cariño que nos tenía preparado para ambos, que solo lo conocíamos por redes sociales, por Messenger. Nos abrazamos como viejos amigos y ahí conocí a Iván, que llevaba gafas negras y una gorra verde oscura echada para atrás.

    Porque así era Iván. Así es Iván: un caballo salvaje.

    – Tengo muchas pasiones: la literatura, la música, las motos, la cocina y las artes marciales. La literatura porque leer y escribir son mi vida, mi vocación. La música porque fue la detonante, en mi adolescencia, de todo lo que vendría después. De mis imaginarios. Las motos porque conducirlas te da un sentido muy claro del presente, te permite estar muy despierto y atento a las sensaciones. La cocina porque es un compartir con los demás, con los que más quiero. Y las artes marciales porque es una experiencia de compartir el dolor, el límite, con alguien más. Es un habitar una forma de la literatura, pero desde el cuerpo.

    Iván me manda, ahora, audios extensos y detallados desde Goiania, en Brasil, donde vive desde hace unos meses por un doctorado en letras que realiza en la universidad Federal de Goiás (UFG), debido a una beca a la que postuló y ganó hace poco más de un año. Iván, que nació en Cochabamba en 1988, tierra tibia y repleta de flora – “Aunque cada vez más pintada de gris por la colonización de los edificios, de esa dichosa prosperidad”, se queja – vive en el pesado calor carioca mientras estudia para continuar su crecimiento académico, pero sin dejar atrás su vocación “total”: la escritura.

    –Acá, por el tremendo calor, la pasamos mucho rato sin polera – se ríe mientras, seguramente, abre una cerveza helada en lata.

    Iván publica desde sus 21, cuando obtuvo el Primer Premio en el Concurso Nacional Petrobras Noveles por Laura se ve hermosa así, una novela que va de los primeros amores, de esa violencia, de esos desencuentros. De la vida adulta, que llega como un huracán.

    –Me interesa mucho ese estado, el de la rapidez, el del tiempo que transcurre y los cambios a los que estamos obligados a incorporar en nuestras vidas para seguir adelante–, me cuenta

    El primer contacto que tuvimos fue a través del servicio de mensajería de Facebook, donde me habló –hace ya más de cinco años– para ofrecerme un espacio en La lengua popular, sector del suplemento cultural La Ramona, de Opinión, que gestiona desde hace mucho tiempo. Para decirme que podía publicar alguna reseña o crítica literaria de lo que quisiera.

    Tiempo después nuestra amistad se fue cimentando a base de horas de charla y risas en bares y restaurants de Cochabamba. Así pasa el tiempo, con un tic tac indetenible.

    Como todo buen escritor, Iván comenzó su periplo con la lectura, con libros devorados, uno tras otro. Luego vino la escritura, primero como un juego, luego como una vocación. El trabajo, lento pero seguro, acompañado de la música, de los compases, de los acordes de las guitarras de sus bajistas favoritos, de sus bateristas predilectos. De los puños y amagues de luchadores de la UFC. Del sonido del viento cuando cabalga una motocicleta, de las luces de los edificios en la noche.

    Caballos salvajes y El último ninja, dos libros del autor. Este último es una trilogía.

    Iván ha publicado ya ocho libros –el octavo se titula La invención del monstruo. Ficciones y realidades de la masacre de Sacaba 2019, que es una investigación y análisis–, de los cuales siete son novelas. A pesar de que ahora tiene también proyectos en cuento, Iván es de escribir historias más largas, con más paisaje. Como si sus personajes, hombres y mujeres erráticas en espacios urbanos que te exigen hacer las cosas con cierta velocidad, con el tiempo en sus espaldas, se incorporaran mejor en narraciones más extensas.

    – Creo en eso, en el tiempo como un escenario de transición, de espacios. Ahora, mi ciudad ha influido mucho en lo que hago. Es inevitable no tener a Cocha en lo que escribo, ya que mi educación sentimental parte mucho de esta ciudad, de este escenario.

    Y sí, Cochabamba se encuentra muy presente en los libros de Iván, es una puesta en escena permanente. Lo que sí, la Cochabamba de Iván es distinta a los de autores como sus predecesores, entre otros, donde se centra más en una vida campestre, en las haciendas, en otro tipo de tradiciones. Iván plantea una movida más urbana, que es más cercana a él. Pienso, por ejemplo, en la América, en la España, en la Circunvalación, pero también en la Aroma, en el Prado cochalo.

    – Es mi escenario, lo que me tocó vivir. Creo mucho en eso, en que uno no se puede desvincular de su realidad, de lo que ve y siente.

    Iván ha publicado los libros, además de Laura se ve hermosa así, El Pulpo, La Fogata, Los decapitados, Ella es una skinhead motorizada, Caballos salvajes y El último ninja.

    Cuatro de los libros que publicó el escritor Iván Gutiérrez.

    – A pesar de haber comenzado con la lectura de Kafka, Flaubert, García Márquez y otros, mis influencias más fuertes fueron Bukowski, Carver, Cheever, Roth y Bolaño, que me enseñaron otra forma de entender la literatura. Pero no tanto de lo que se ha romantizado con ellos, con una vida aparte de la literatura en el alcohol o esas cosas, sino en la poesía a la hora de narrar, en el lenguaje detallado, pulido. Esa fue siempre mi búsqueda

    Iván tiene ya 36 años y además de su vida como escritor se dedica a la docencia: da clases hace diez años en una Universidad Católica Boliviana de Cochabamba en materias vinculadas con el área de la literatura, y cinco en un colegio. Pero eso no lo nubla para dejar de pensar en lo que él denomina como su “proyectos” de literatura. Ahora va por el tercero, una trilogía que comenzó con El último ninja.

    – Capaz la primera parte de mi carrera la puedo dividir en Laura…, El Pulpo y La fogata; después vendrían Los decapitados, Ella es una skinhead motorizada y Caballos salvajes. Ahora partí con El último ninja y se vienen dos novelas más. Así como en la segunda, donde involucré la parte musical, en esta tercera intento moverme más con una revolución gráfica.

    Iván siempre está pensando en eso, en la literatura. Pero también en la música, que fue uno de los principales detonantes. Los que lo conocemos lo vemos siempre con poleras negras de sus cantantes y bandas favoritas, y las historias de Instagram que coloca en sus redes sociales involucran temas de Spinetta, Motorhead, Slipknot y otras bandas.

    Lo interesante es que Iván, a pesar de tener al rock como uno de sus gustos más marcados, no se limita a eso. Escucha reguetón, cumbia y Nodal.

    Hace unos años, antes que Iván migrara a Brasil, nos cocinó un asado en carnavales. Éramos algunos amigos cercanos –Patty, Mauro y Sarahí, su novia– que compartimos muchas Bálticas, esas cervezas que abundan en Cocha y que al parecer ingresan hasta el departamento por el contrabando. Iván se encargó de comprar la carne, de preparar el carbón, de encender el fuego, de hacerlo todo con esa risa estridente y contagiosa que siempre lo acompaña. Entre tantas horas de charla, lo recuerdo sentarse de tanto en tanto, sin dejar de vigilar la carne, con una cerveza en una mano, con una canción siempre en la garganta.

    No era la primera vez que lo hacía: Iván es un genio de la parrillada.

    – Me la enseñó a preparar mi papá, pero con el tiempo, con el gusto, me fui involucrando y mejorando más y más en esto. Me gusta cocinar para los que quiero, eso es lo que me mueve. No me gusta comer solo, aunque ahora, por esta experiencia en otro país, a veces me toca hacerlo y es todo un aprendizaje.

    Iván regresará un diciembre, en una estadía corta en Bolivia por las vacaciones de fin de año –luego regresará a Goiania; sus estudios durarán cuatro años– y así, en un periodo donde su ciudad extrañará el sonido de su moto por el asfalto de la América y la Circunvalación, sus amigos lo estaremos esperando una vez más para compartir un nuevo asado y chelas, además de charlas acerca de literatura y vida, que de alguna forma son lo mismo.

    Y es que Iván es así, un caballo salvaje.

    Últimos Artículos

    spot_img

    Artículos relacionados

    DEJA UNA RESPUESTA

    Por favor ingrese su comentario!
    Por favor ingrese su nombre aquí

    spot_img