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    [Crónica] El fútbol y las IA: cuando la “información” es más peligrosa de lo que parece

    Foto: FBF

    Por: Rodrigo Villegas 

    Es difícil no escribir de fútbol cuando tus días se pasan absorbidos por un partido en la mañana, otro a mediodía, uno en la tarde, otro un poco más tarde y ya el último en la noche. Casi unas diez horas invertidas en ver cómo 22 hombres llevan una pelota de acá para allá con el fin de obtener la máxima presea para su continente: la Eurocopa y la Copa América.

    Y lo más loco es cómo tenemos al alcance estos rituales, tan a la mano: las vemos desde las pantallas de nuestra televisión. Pienso en estas mismas competiciones hace unos cuarenta, cincuenta años. En las radios, en los periódicos como única forma de enterarse de lo que pasaba en esos partidos, los goles, las estrellas. El uso pleno de la imaginación.

    Claro, por aquellos tiempos no existía la televisión y mucho menos los celulares, el internet, que nos dan alcance para todo. Que nos llenan de información, la que queramos, a un solo click de distancia.

    Eso ha hecho que todo sea más peligroso. Las estafas cibernéticas se han incrementado exponencialmente en el mundo y en el país. Ahora solo es necesario responder a un chat desconocido en el que se te ofrece una oportunidad laboral o dinero fácil y listo, te lo han robado todo.

    Tanto que la misma Policía y el Ministerio de Gobierno van implementando formas de combatir “la delincuencia cibernética”, aunque sin muchos avances debido a que en la Constitución o en el Código Penal no hay espacios aún para este tipo de delitos.

    Ni qué decir cuando la Inteligencia Artificial, altamente utilizada en el mundo de ahora, nos llegue a absolutamente a todos, que pasará en cualquier momento, ya que solo es cuestión de tiempo. Ahí no sabremos identificar qué es real y qué no.

    Es por eso que el mismo papa Francisco llegó hasta la reunión del G7 -que se había convocado más que todo para dialogar proyectos económicos de ayuda a Ucrania en su defensa contra la invasión rusa- de manera inédita para alertar acerca de los peligros de la IA.

    “No podemos dejar que controle nuestras vidas, tenemos que ser muy cuidadosos con las IA”, replicó el pontífice, a tiempo de explicar que en esa y otras guerras -como la de Israel y su ofensiva en Gaza- ya se estarían usando drones y misiles de alto alcance comandados por aquellas tecnologías, que solo traerían más muerte y desolación para la raza humana.

    En estos días, al respecto, me puse a charlar con un amigo escritor que está en Brasil acerca de la peligrosa instantaneidad de la información replicada en internet. Tomamos el ejemplo de Noam Chomsky, al que todos dieron por muerto en esta semana, cuando alguien se encargó de difundir aquella cuestión. Pero lo que más nos impresionaba era que no solo perfiles rándom compartían aquella aseveración del fallecimiento del intelectual, sino que medios de comunicación colocaron esquelas en sus páginas de Facebook o X. Horas más tarde la mismísima esposa de Chomsky salió a desmentir aquella “información”: su esposo estaba vivo.

    Hace un par de meses sucedió algo muy similar con José Luis Perales, a quien todos pensaron en otra vida y él mismo, a través de un video, tuvo que salir a desmentir aquello y mostrarse “más vivo que nunca”.

    La crisis de la información es algo muy delicado e importante. Ya en cuestiones más álgidas, no hay que olvidar lo que sucedió en las elecciones de Brasil y las de Estados Unidos, donde tanto Bolsonaro como Trump gastaron millones de dólares en una campaña de desinformación y especulación por Facebook que les terminó valiendo la presidencia en sus países.

    Tiempo más tarde el mismo Zuckerberg tuvo que enfrentarse a un jurado nacional por permitir aquello que estaba claramente prohibido. Admitió que sí, que se había “equivocado” al dejar que suceda, pagó una fianza millonaria y se retiró como si nada habría pasado.

    Lo cierto es que vivimos en una época que nos dispone a cualquier cuestión informativa en segundos, pero que, a la vez, nos confunde entre qué es realidad y qué no.

    “Antes una fotografía era un documento, podían demostrarte cualquier cosa con una imagen de esas. Ahora pueden trucarla en cinco minutos, es una pena”, me dice mi papá, que recuerda un tiempo sin poder ver los partidos en vivo y en directo con la máxima calidad posible, pero donde, por lo menos, todo o casi todo lo que sucedía cobraba cierta veracidad.

    Lo único comprobable es que esta semana se termina la fase de grupos de la Eurocopa y ya pronto comienzan los Octavos de final, los cuartos, las semis y la final. Chau torneo. Y la Copa América seguirá su rumbo, con una Bolivia que nos ha quitado toda esperanza pero que de seguro nos tendrá pegados a las pantallas de nuestros televisores o celulares, esperando recibir la información más confiable en el tiempo más rápido posible.

    Y es que somos masoquistas. Porque ver a la selección es eso, puro masoquismo.

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