Por: Rodrigo Villegas
En la pasada Eurocopa, Eriksen se murió por unos segundos. Literal: el corazón se le detuvo en pleno partido contra Finlandia, donde fue socorrido de inmediato por sus compañeros y hasta por los rivales. Lo llevaron de urgencia a una clínica donde, gracias al cielo, despertó, pero tuvo que ser intervenido. Todos creían que nunca más iba a jugar al fútbol, que su carrera se había terminado ahí. Que ante todo la vida está primero. El mismo Eriksen lo aseguró. Pero la vida tiene otros caminos.
Hoy, tres años más tarde, el mismo Christian Eriksen en su misma selección, Dinamarca, anotó el gol con el que casi vence a Eslovenia, que terminó empatándoselo a poco de terminar el partido. Pero todos los que lo vimos festejar por la anotación recordamos aquel incidente en el que el mundo se paralizó a la espera de respuestas de un mediocampista que conocíamos por su gran precisión con la pelota, pero nada más.
Una pelota nos unió en un solo pedido: que sobreviva, que esté bien.
Hoy nos demostró que el corazón lo puede todo. Que hay batallas que valen la pena ganar.
Guerra que tuvo Países Bajos contra Polonia, que sorprendentemente se les paró muy bien en el campo, tanto que tuvieron que sacar “el arma secreta” para remontar el partido: el “Bobo” Weghorst, quien le dio el triunfo (2 a 1) a la Naranja mecánica.
Por último, lo “esperado”: Inglaterra, uno de los candidatos a ganar esta Euro más por los nombres de sus jugadores que por la calidad de fútbol del equipo como tal, venció a Serbia con un gol de su figura, el volante del Real Madrid Jude Bellingham, que parece estar tocado por ciertos dioses a la hora de aparecer en los momentos oportunos.
Este equipo británico no termina de convencer, pero ya veremos si esta victoria les sirve para engranar ciertos mecanismos que, si se enganchan, podrían destellar como una sola y potente estrella.