Paseo por el centro de La Paz con los audífonos puestos. Escucho a Ca7riel y Paco Amoroso, el dúo argentino de trap experimental matizado con electrónica y otros ritmos que revoluciona a la juventud. Con una onda muy parecida a la de Illya Kuryaki and the Valderramas, el par la rompió en su Tiny Desk Concert, viralizado en YouTube, donde hablan, entre otras cosas, del dinero, de los amigos, de la velocidad. Después de Baby Gansta y Dumbai, elijo escuchar Impostor, canción de su último disco que titula Papota. Dejo para el final el ya clásico El día del amigo, que ambos cantaron en el famoso The Tonight Show, de Jimmy Fallon, que condensa los tonos e intensas pero divertidas letras de estos dos que alucinan y nos permiten alucinar.
Ya cerca de mi destino, una cancha de cemento de la avenida del Poeta –que sigue cerrada por las permanentes refacciones que requiere el sector, con huecos profundos en el cemento debido a las intensas lluvias y el parchado ineficiente de distintas gestiones municipales –, reviso mi celular para ver, de paso, las últimas noticias del día: Andrónico Rodríguez fue proclamado como candidato presidencial en El Alto, Evo Morales en Chimoré y Luis Arce y el Pacto de Unidad cancelaron su evento en la Ceja “por cambios de último momento”, lo que hace prever una disconformidad con la candidatura del actual presidente del Estado debido a sus bajos números en las encuestas y la aprobación nacional del día a día.
Y es que todo ha subido dramáticamente. Hay un dolor en los bolsillos, una resignación e ira que seguro será reflejada en los comicios de agosto…
Llego a la cancha, donde saludo a mis compañeros de equipo, compañeros de la carrera de Comunicación Social donde estudiamos ya hace un buen tiempo pero que nos mantiene unidos a través de la pelota de fútbol. Nos cambiamos y jugamos en lluvia, ya que las precipitaciones continúan, extrañamente, en mayo. El Senamhi dijo hace unos días que eso no debería suceder, pero que es resultado del cambio climático. Que ahora todo es más impredecible que antes.
Ya finalizado el encuentro, nos despedimos y voy al encuentro de un amigo escritor al que no veía hace semanas. Comemos un pollo del Monoblock – que antes estaba a unos Bs 17 o 18 y ahora va los Bs 21 y Bs 22 – y luego vamos por algunas cervezas. En el trámite, además de hablar de la siempre presente literatura, conversamos del presente político, de nuestros afectos, de nuestras familias. De nuestros temores, nuestras envidias, nuestros lamentos y logros. De los de los demás. Así se pasan dos o tres horas. Luego nos despedimos y me subo a un minibús que me lleve hasta la Ceja, a El Alto, donde ya vivo por poco más de siete meses.
Pienso, ya cerca de llegar a mi casa, un departamento en alquiler que comparto con algunos amigos, en el turno que debo cumplir al día siguiente. En los diferentes trabajos en distintos lugares que debo llevar a cabo para ganarme el pan del día. Al menos soy un afortunado: laburo en lo que me gusta, escribir. Aunque no de hacer literatura, sino del periodismo, un trabajo cada vez más precarizado en la actual situación no solo boliviana, sino mundial, más que todo por el abrupto crecimiento de las redes sociales y de la Inteligencia Artificial.
El 10 de mayo, hace un día, se festejó justamente eso, el Día del Periodista Boliviano. Distintos post y pronunciamientos de organizaciones de trabajadores de la prensa aseguraron que no hay nada que celebrar debido a la alarmante situación, donde muchos periodistas deben trabajar sin seguros de salud ni beneficios laborales, con salarios mínimos o hasta menos que eso, con una cobertura cada vez más difícil de sobrellevar debido a la coyuntura política y la violencia de algunos sectores sociales – basta recordar las agresiones físicas que sufrió una periodista hace poco en Colcapirhua o los golpes que recibieron otros reporteros hace meses en la “Marcha por la vida” que había encabezado Evo Morales hacia La Paz.
En algunos casos la situación es de por sí desesperante: varios colegas han reclamado y continúan haciéndolo por sus sueldos adeudados, que en muchos casos sobrepasan los seis meses (como en el diario Opinión, el extinto Página Siete o el medio televisivo ATB) y hasta llegan, increíblemente, a superar el año (como en Los Tiempos, donde la deuda alcanza los trece meses).
De solo pensar en eso me deprimo, pero elijo superar aquel impasse retornando a Ca7riel y Paco Amoroso y su canción Re Forro. A veces, para olvidad y para prepararse antes de luchar, hay que ponerse chill.