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    [Crónica] El Mapamundi Boliviano

    Por: Rodrigo Villegas

    Imaginar lo pequeño, lo corto. Lo diminuto. Aunar las palabras que reúnan las imágenes en breve, en pocas líneas. Una página como un cosmos, ese es el intento. El juego. El reto del microcuento. Contar una historia pequeña que intente asir lo grande. Más o menos por ahí va la cosa.

    Es el reto que tuvieron diez escritores nacionales para ser parte del Mapamundi Boliviano, una colección de microcuentos que publicó Una Palabra, medio especializado en el periodismo narrativo pero que también apuesta por la literatura, por las letras de este país. Así como el año pasado, donde publicaron el primer ejemplar (con autores como Rodrigo Urquiola, Daniel Averanga, Ariadne Ávila y Homero Carvalho, entre otros), esta antología de microrrelatos nace en Alasita, en la fiesta de la miniatura. Como no podía ser de otro modo, el libro va con esas características, tanto que cabe en el bolsillo de cualquier pantalón.

    Portada del libro de microcuentos Mapamundi boliviano de Una Palabra.

    Los autores escogidos para esta versión fueron el sucrense Fabricio Callapa, los paceños Karen Veizaga, Carlao Delgado y Rodrigo Villegas, el orureño Miguel Carpio, el tarijeño Marcio Aguilar, los cochabambinos Iván Gutiérrez y Gustavo Munckel y los alteños Luis Raimundo Quispe y Quya Reyna.

    Y es que el intento del equipo editorial siempre ha sido ese, contar con la mayor cantidad de voces de diferentes ciudades del país, de esta Bolivia tan grande y rica en su variedad. No siempre se puede con todas en una sola publicación, pero se espera lograrlo en los siguientes años, con la tradición venidera.

    “Escribir un microcuento es un reto porque hay que intentar sostener el ritmo y la tensión de una historia en pocas palabras”, explicó Veizaga en la presentación oficial del libro, evento que fue llevado a cabo el sábado 5 de abril en la II Feria Internacional del Libro de El Alto, realizada en la Terminal Metropolitana de la ciudad. “Se puede contar con el factor cómico o de sorpresa en el microcuento, ahí está el arte, donde uno como escritor pretende llegar”, indicó Quispe, que también conformó la mesa en la que por casi una hora se conversó acerca del tratamiento de los relatos, su concepción y su mirada como lectores ahora.

    “Que les vaya muy bien en la presentación, les mando mis energías”, me escribió Callapa horas antes, desde Chuquisaca, por lo que no pudo llegar a la presentación. Munckel compartió el evento por sus redes sociales y así, como era el objetivo de Una Palabra, se logró en cierta medida unificar las voces de estos escritores que vienen obteniendo los premios y el reconocimiento de los lectores del país con sus libros publicados previamente (como En tránsito, Dos botellas más cerca de la muerte, Valle, Los hijos de Goni, La equis, Un montón de pájaros muertos, entre otros).

    En este mapamundi los temas escogidos fueron variados: la confusión de un alma en Todos Santos, la infidelidad en una pareja, un viaje siniestro en un tren subterráneo hasta las penumbras de la resaca después de una noche de efervescencia, cada microcuento intenta hacer eso que se dijo en un principio: contener la tensión de un relato en un tramo corto de lenguaje.

    Una vez concluida la presentación del libro se procedió a un vino de honor. Los integrantes del equipo de Una Palabra pudieron celebrar, al lado de algunos de los autores, la publicación de un libro más, con el objetivo de repetir este trabajo en 2026 y en los años que vienen. Hacer de este mapamundi un referente del género. Una celebración de lo breve y efímera que puede ser la vida, pero de la felicidad que debemos hallar en esos pequeños instantes de nuestra existencia.

    Salud por eso.

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