Por: Rodrigo Villegas
El Alto crece cada día más. Surcar sus calles, sus avenidas, sus barrios; subirse a sus minibuses, a sus micros; jugar en sus canchas, pasear por sus parques… todo evidencia el crecimiento acelerado de la ciudad más joven de Bolivia. Y no solo en infraestructura y demográficamente, sino en la movida cultural, en los jóvenes destacados que van apareciendo cada vez más y más. En los proyectos consolidados de artistas que se ven cada vez más reconocidos por sus obras, por el trabajo que realizan a diario en una urbe que los abriga y les permite elevar su arte hasta lo más alto.
Uno de aquellos momentos emblemáticos del año a nivel cultural no solo para El Alto, sino para el país en general, fue la organización de la primera Feria Internacional del Libro de la ciudad.
Ataviados de libros, nerviosos por la primera vez, los organizadores del evento corrían de un lado para otro, controlando que todo saliera bien: que los stands no corrieran riesgo de alguna forma, que las presentaciones se lleven a cabo de la mejor forma posible, en hora, y que los invitados internacionales no se pierdan entre las empresas de flotas que anunciaban viajes a Oruro, Cochabamba u otro departamento.
Porque la feria fue llevada a una casi nueva Terminal Metropolitana de El Alto, instalación enorme en la que tuvieron que caber las editoriales y librerías invitadas para participar de la feria.
Con una movida cultural reducida en La Paz y en el país en general – a menos en comparación a otros años –, la feria del libro de El Alto dio cabida a aquellas voces ya conocidas y a otras que no tanto, pero que fueron visibilizadas a partir del evento, al que llegaban personas de todas partes de Bolivia, no solo de la ciudad.
“Fue muy hermoso ver crecer todo esto. Siempre hay cosas por mejorar, es normal ya que es nuestra primera vez, pero el hecho de que se consolide una feria de estas características en nuestra ciudad es un logro inmenso”, me contaba Keila Vásquez, una de las organizadoras, por aquel entonces, en marzo. La feria se inauguró el 7.
Escritores como Luis Raimundo Quispe, Carlos Macusaya, Fher Masi, Quya Reina, Óscar Coaquira, Alexis Arguello y otros más representaron a El Alto con presentaciones de libros, performances o charlas en las que reivindicaban la ciudad, su cultura y tradición.
La feria fue llevada a cabo en doce días, con la afluencia masiva de la población alteña y de La Paz, que al salir se veían con libros entre las manos, deseosos de encontrar en aquellos papeles algo con lo que reír o llorar.
Meses más tarde, muchos de los organizadores de la feria se encargarían de llevar adelante otro evento dedicado a la literatura: La Ruta del Libro. En esta que fue su segunda versión, distintos espacios culturales de la ciudad fueron escenario de lecturas, conversatorios y exposiciones dedicadas a los libros, pero también a la pintura y a otros tipos de arte. Lugares ya emblemáticos de la urbe como el Walliki, La Altusa o el Wayna Tambo vieron sus instalaciones repletas de jóvenes y adultos que buscaban conocer más de su ciudad, de su historia.
Así se construye la cultura.
Con esa voracidad por llevar la bandera de El Alto lo más arriba posible, la movida cultural alteña se destaca este año por sobre las demás, ya que con mucho esfuerzo y perseverancia han prometido organizar más eventos aún en su querida ciudad. Todo con el fin de darle a El Alto más oportunidades de crecer, de hacer conocer su voz. Y lo están logrando.