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    (Crónica) Feria del Libro de La Paz: Eduardo Sacheri

    Por: Rodrigo Villegas

    El invitado con más “relumbre” de esta versión de la Feria del Libro de La Paz – que concluye este domingo, después de, como siempre, doce días de intensidad total – ha sido el escritor argentino Eduardo Sacheri. Claro, en esta gestión se trajo, como ya se acostumbra en este tipo de eventos literarios, a un montón de escritores de Latinoamérica, que participaron de diferentes coloquios y presentaciones, pero sin lugar a duda el apellido más destacado fue el de Sacheri.

    Es decir, no hay que pasar por alto que el novelista argentino es un Premio Alfaguara de Novela, galardón que consiguió hace unos años con La noche de la usina, historia contextualizada en el “corralito” bancario sucedido en Argentina a principios de este siglo. También, y eso parece ser lo más conocido de este autor, se le atribuye un premio Óscar por el guion de la película de Juan José Campanella, El secreto de sus ojos, que sale de la novela que había escrito con anterioridad y que tenía una palabra distinta, pero similar: el libro se llama La pregunta de sus ojos.

    Sacheri, además de aquellos dos libros, ha publicado muchos más en Alfagura, una de las editoriales más grandes e importantes del mundo, así con solo eso uno puede darse cuenta de la dimensión de este autor, que concentra la gran parte de sus narraciones en la emotividad del fútbol, en la amistad que nace de aquel encuentro en torno a una pelota, en el amor que se puede encontrar fuera de los 90 minutos, en el aprendizaje de vida que es perder una final, entre otros temas.

    Una de las actividades para las que estaba previsto participar fue un “diálogo futbolero”, donde compartió la testera con los también escritores y especialistas en fútbol Marcelo Pereira (de Brasil) y Martín Díaz Meave, boliviano que hizo de moderador de la charla.

    El evento fue llevado a cabo en la Sala 1, la principal, la que estaba instalada en el patio central, casi a la entrada al Campo Ferial Chuquiago Marka, lo que puede verse tanto como un acierto como, tal vez, una apuesta no tan lograda: al estar en pleno corazón de la feria, es inevitable no pasar por ahí, no ver lo que estaba sucediendo ahí dentro, lo que le da más luz a lo planeado. Lo malo: al estar en un punto neurálgico, el bullicio de las voces de afuera le quitaba fuerza y concentración tanto a los asistentes como a los disertantes.

    Como aquella charla estaba programada para las 11.00 del viernes, las sillas estuvieron más que todo ocupadas por colegiales que habían llegado en tropa, en buses, para ver qué onda con los libros de la feria.

    Después de las intervenciones de Pereira y Meave, habló Sacheri: “El fútbol es muy parecido a la vida, pero también a la literatura. Esos tres espacios comparten los caminos del tiempo, de la esperanza, de intentar lograr algo. Pero a veces no se logra, como en la vida misma, y aquello no está mal. Porque la vida es un espacio experimental, un juego constante”.

    Mientras lo escuchaba, sentado en primera fila como todo un fan, recordaba los libros que había comprado del autor de Araoz y la verdad: en un viaje que hice a Buenos Aires hace unos años – cuando la situación económica entre Argentina y Bolivia era “distinta” e ir hasta ahí era súper barato – y me llevé Esperándolo a Tito y otros cuentos; o ya acá, en La Paz, hace unos seis años, cuando me compré la edición pirata de La noche de la usina, que tiempo más tarde sería también llevada al cine por Campanella con el nombre La odisea de los giles.

    Sacheri, que es historiador, comentó también lo importante de tener memoria histórica, de no olvidar los hechos que cambian y transforman el camino de una sociedad, de un país, de una ciudad.

    Así, la charla de una hora fue de fútbol, el amor que se le tiene a ese deporte y de entender que la rivalidad existe, pero no el odio. Que cuando se termina un partido, debemos darnos la mano y, si es posible, hasta intercambiar camisetas.

    Renato Cisneros

    Otro de los invitados “potentes” de esta feria fue el escritor y periodista peruano Renato Cisneros, que, al igual que Sacheri, publica en la enorme Alfagura. Su libro más conocido es La distancia que nos separa, una novela en la que Cisneros “investiga” a su padre, un exmilitar importante de la historia de su país, y al que se acerca de una forma tenaz a través de la literatura.

    Cisneros compartió varias mesas con diferentes escritores y periodistas de la ciudad, con los que diversificó impresiones acerca de cómo se cuenta la “realidad”, con qué armas, qué hacer con todo ese material.

    En un esfuerzo con la Embajada de Perú, la Cámara Departamental del Libro de La Paz hizo llegar a esta figura de la literatura actual.

    Fin de feria

    Y así, con esa velocidad, se fue otra feria del libro paceña, la más importante de todas las ferias literarias del país. Fueron doce días, como siempre, intensos, pero muy felices para todos aquellos que amamos los libros, que hemos encontrado en ellos un abrazo, una forma de entendernos que no habíamos hallado en ningún otro lugar ni de ninguna otra forma.

    A pesar de la poca cantidad de visitantes en los primeros días, los amigos vendedores de libros que tengo en distintas editoriales me contaron que les fue muy bien, que tal vez hasta mejor que el año pasado.

    El sábado 10, el penúltimo día, la FIL se llenó, tanto que la fila de personas que compraban su entrada persistía hasta la noche. Nadie quería perderse esta fiesta.

    A pesar de la “crisis económica” actual, la gente se dio un espacio tanto de tiempo como en su billetera para comprarse un libro, para visitar la isla de libros que se instaló en La Paz por casi dos semanas. Eso fue muy hermoso. Hasta el próximo año, Feria del Libro. Te extrañaremos.  

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