Foto: FBF
Por: Rodrigo Villegas
¿Qué se puede esperar de esta triste, muy triste selección? Poco. O nada. O, tal vez, casi nada. Y en ese «casi» recae nuestra mínima esperanza que logra que veamos los partidos que disputan, en este caso un amistoso, el último previo a la Copa América: jugamos contra Colombia.
Como era de esperarse, en pocos minutos de vapuleo nos marcan uno, dos, tres goles. Todo eso en el primer tiempo. Ya para el segundo los colombianos le bajan completamente el ritmo y no hay goles. ¿Llegadas de Bolivia? Nada, nada claro, solo golpes innecesarios, producto de la impotencia de no ser ellos.
Raciocinio: solo lo que vale Luis Díaz, el delantero del Liverpool, es el triple que toda la selección boliviana junta. Me refiero a dinero, obvio. Pero es inevitable no sentir dolor ante una derrota, una más. Y las que se vienen en la Copa América…
No es por ser totalmente pesimista, pero creo que no se puede salvar nada de este partido. Es más, ahora llegaremos más inseguros, más desmotivados al partido inaugural de la competencia sudamericana.
No se entiende la idea de Zago, no se halla un equipo que pueda demostrar algo, aunque sea un poquito y no solo la bronca de ir a patear al rival.
Estamos, realmente, a años luz de las demás selecciones, incluso las más cercanas. Eso es lo más triste, que no parece haber una luz al final de todo esto.
Solo cambiar de deporte. Pero, como somos tercos, seguiremos ahí, hinchando por la Verde. Nos conocemos. Esta es la vida que nos tocó.