Foto: @EURO2024
Por: Rodrigo Villegas
Alemania comienza una Eurocopa con un historial previo con más sombras que luces: viene de ser insólitamente eliminado en fase de grupos en los dos últimos mundiales de fútbol. A pesar de contar con estrellas en su team, como siempre, el conjunto bávaro no emite la misma confianza que décadas pasadas.
Al menos eso comentan los periodistas que cubren de cerca el evento deportivo, los que entrevistan a hinchas teutones que parecen beber cerveza más que respirar. Claro, nunca se emborrachan, ese súper poder está en su biotipo, y el de la victoria deportiva, más que todo en este deporte, donde llevan muchas Copas del Mundo en su espaldar, así que no están del todo acostumbrados a esta depresión, pero asumen el presente. Claro, no pierden la esperanza de hacer algo bueno en esta competición.
Porque son locales, el primer partido, el inaugural, se juega en el Allianz Arena, la cancha del poderosísimo Bayer Munich, donde después de la ceremonia inaugural se realiza un homenaje al máximo ídolo del fútbol alemán, Franz Beckenbauer, que falleció en enero de este año. Como si su aura contaminara las graderías, el estadio se ve repleto de alemanes, por supuesto, y de sus rivales escoceses, que se ven eufóricos, convencidos de que le darán lucha a una potencia del fútbol.
La venda se les cae muy pronto, y seguramente a casi todas las personas del mundo que vemos el partido desde nuestra TV: en pocos minutos Alemania marca el primero con un gol de una de sus joyas, Florian Wirtz, el volante de aquel Bayer Leverkusen campeón invicto de la Bundesliga. Luego, poco tiempo más tarde, llega el gol de la otra joya: Jamal Musiala, que terminará convirtiéndose en la figura del partido.
Para el peor de los males de una Escocia que en la previa parecía que habría de lucharle a esta sorprendente Alemania, antes de que termine el primer tiempo uno de sus volantes le mete un planchazo a Gundogan en el área, lo que provoca su expulsión y el penal que transforma en gol el delantero del Arsenal, Kai Havertz.
Dado el caso, el segundo tiempo es un monólogo: Alemania toca el balón de acá para allá, lo transforma y le da magia. Me recuerda a esa vieja potencia que obtuvo un mundial en 2014 al destrozar en semis a Brasil y derrotar en la final a una Argentina comandada por el mismísimo Leo Messi. Claro, cuentan con un viejo conocido en el mediocampo, el comandante Toni Kroos, que ha regresado a su selección para competir en esta Eurocopa, intentar ganarla y, pase lo que pase, retirarse una vez concluida la competición. A la cancha la faltará su elegancia, su inaudita precisión e inteligencia con la pelota.
A poco de terminar el partido los alemanes liquidan el match con los goles de los recién ingresados Niclas Fullkrug y Emre Can, del Borussia Dortmund, finalista de la hace poco concluida UEFA Champions League. Y, como una anécdota, el defensor Antonio Rudiger cabecea la pelota en contra de su propio arco y marca el descuento de una pobre, pobre Escocia.
Cuando suena el pitido final del árbitro, todo el público alemán se levanta para aplaudir de pie a su selección, que se posiciona, ahora sí, como una firme candidata a ganar esta Eurocopa.
¿Es el retorno del rey? Lo confirmaremos en los siguientes partidos.