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    Paul Auster: «Un boliviano en Suecia»

    Carlos Decker-Molina y Paul Auster en un encuentro en Suecia.

    Por: Carlos Decker-Molina

    Lo comencé a leer gracias a un librero mexicano que en uno de mis viajes me lo recomendó. En ese tiempo por razones de idioma no leí en español sino en sueco para cultivar mi segunda lengua. En sueco había traducciones de Auster, pero, les daba más importancia a los escritores suecos. En México leí «Invisible», una historia que ocurre en 1967 cuyo protagonista es Adam Walker, aparece una pareja de franceses muy sofisticados y seductores.

    Me apasionó cuando Adam descubre que el francés Rudolf Born, lleva el apellido de Bertrand de Born, el poeta que en uno de los cantos de Dante lleva su propia cabeza cortada en sus manos.

    Es una novela que une lo policiaco con la novela erótica a cargo de la seductora Margot, y es agudamente filosófica.

    Fue un gran descubrimiento que me llevó a leer casi todo lo publicado por Paul con el que dialogué unos minutos en las grandes tiendas NK de Estocolmo cuando llegó a lanzar uno de sus libros en traducción al sueco. La foto corresponde a ese día.

    Mi relató que escribe sin brújula, pero, “tengo que leer en vos alta a Siri que es la que me va guiando. “Saca ese adjetivo, la historia es débil, etc. Ella me orienta”

    Cuando estuve en Nueva York tomé el metro a Brooklyn porque me avisaron que salía a pasear por una plazuela de la que no recuerdo el nombre. No tuve suerte con la hora, pero pasear por las mismas calles que Paul Auster me llenó de entusiasmo y sentando en una cafetería leí toda la tarde «Leviatán» que, para mí, es su mejor novela será que está más cerca de mí.

    Todo comienza a partir de una sospecha: Falleció un hombre en una explosión, el FBI no logró identificarlo. El narrador de la historia es Peter Aaron, todo apunta que el muerto es su amigo Benjamín Sachs, desaparecido algún tiempo.

    Lo magistral de Paul es que sin tener nada más que una sospecha reconstruye sus vivencias con Sachs con quien comparten un pasado revolucionario.

    Me enteré de su muerte, me dolió como si hubiese sido mi amigo. Seguro que el encuentro de Estocolmo no le significó mucho a él. Recuerdo que se admiró: «Un boliviano en Suecia».

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