Jorge Quispe, durante la entrevista. Fotos: Álvaro Valero
Una Palabra / La Paz
El periodista Jorge Quispe un día se dio cuenta de que las lavanderas que hacían su labor en Cotahuma ya no estaban en el lugar donde, tiempo atrás, las había conocido, cuando realizaba el reporteo para una nota periodística. Curioso, indagó, preguntó y al final pudo dar con ellas. Entonces, supo que el Covid-19, la enfermedad que azotó al mundo entero y que se había llevado muchas vidas, también se había llevado la fuente de ingreso de aquellas mujeres, que se levantaban a las cinco de la mañana para realizar su labor.
Debido a la cuarentena rígida, las lavanderas que hacían su trabajo en una vertiente cercana a esa zona paceña tuvieron que buscar otra forma de ganar recursos. Quispe reconoció entonces una veta: una historia capaz de incidir e interesar al público.
Precisamente, ese relato forma parte del libro “Crónicas antigravedad” que Quispe acaba de publicar y que presentará este viernes en el marco de la Feria del Libro de El Alto. Además, de esa historia, el texto contiene crónicas relacionadas con la fortuna de los hijos de un dictador y hasta un singular encuentro entre dos familiares que combatieron en bandos contrarios durante la Guerra del Chaco.
A continuación, Quispe, que es periodista desde hace tres décadas, cuenta algunos pormenores a Una Palabra de su reciente libro y del método que tiene para redactar historias que -como él dice- intenten desafiar a la “gravedad periodística”.
¿Cómo nace la idea del título? ¿Cómo se relaciona la “antigravedad” con el periodismo?
Habíamos pensado en varios nombres. Me decían historias ocultas, crónicas que no pasan de moda y yo propuse crónicas antigravedad, porque en el lenguaje periodístico decimos, a veces, que esa noticia ya se cayó, esa noticia está resfriada. Y por qué antigravedad, porque tratan de desafiar a la gravedad periodística. ¿Qué significa esto? Que efectivamente, en muchos casos -bueno en la mayoría de los casos, hay solamente un

cuento- han nacido a partir de una noticia, y se convirtieron en trabajos de investigación periodística, se han convertido en reportajes, se han convertido en crónicas que no se caen. Entonces, estas crónicas antigravedad se pueden leer hoy, mañana y de aquí a diez años, y más seguro.
¿Cómo resumirías lo que van a encontrar los lectores en tu nuevo libro?
Van a encontrar desde historias de los hijos de García Meza, de cómo ellos en pocos años pudieron amasar una fortuna increíble de dinero, yo fui a buscarlos a ellos también, hasta una pequeña entrevista con el mismo García Meza, pasando por una nota por las lavanderas de de ropa que fueron las víctimas de la pandemia, por otras señoras que vendían ropa, hacían refresco, empastaban cuadernos y que tuvieron que dedicarse a hacer helados durante la pandemia, pasando por notas como la de las catacumbas que se encuentran dentro del Ministerio de Gobierno, que son lugares donde torturaban a los civiles, que estaban en contra del gobierno militar, durante el sexenio y que fueron abiertas durante un mes, era un museo, yo pude ingresar en 2011. Están esas historias.
Está la historia de un tío paraguayo, coronel paraguayo, y un sobrino boliviano que se enfrentaron durante la Guerra del Chaco. Se encuentran frente a frente el tío y el sobrino y el tío le dice “tú no tienes vergüenza de disfrutar a la patria de tus antecesores Paraguay” y el boliviano, su sobrino, dice “si yo volviera a nacer volvería a defender a Bolivia porque es la patria que me vio nacer”. “Ah, esa palabra solamente un Estigarribia me la podía haber dado”, replica el primero. Era el nieto de Estigarribia, era el sobrino de de Estigarribia.
Tenemos esas historias. Tenemos también la manera en cómo un puñado de 180 mujeres combatieron el coronavirus sin agua en el cerro Rico, las guardas… Van a encontrar historias que les van a llegar al corazón, que les van a dejar una pequeña lección, y cuyos personajes son de carne y hueso, no los inventé, los he entrevistado, los he ido a visitar. El libro no tiene fotografías, pero trato de describir en todas las circunstancias de cada una de las historias.
¿Cómo podrías decir que se puede trabajar un texto “venza” al tiempo?
“¿Cómo puede vencer al tiempo?”. Eso es lo que siempre me pregunto. Todos los días los periodistas tenemos un bombardeo de 80, 90 noticias y hay algunas, una o dos, que sobreviven a la mañana, que sobreviven a la tarde, sobreviven al mes, a los dos meses o al año. Son justamente crónicas que tienen mucho de humano, que tienen personajes.
A la gente le gusta identificarse con algún personaje de la historia. Y si esa historia está basada en hechos reales, porque somos periodistas, nosotros no hacemos ficción, vuelvo a reiterar tengo un pequeño cuento, pero que también está basado en un hecho real, pero lo demás son hechos informativos que yo los he cubierto, o que los he leído, y a partir de eso, a partir de un dato, he hecho la crónica investigativa, el reportaje.

Es por eso que, justamente, son antigravedad, porque se pueden leer, porque tienen personajes, porque tenen un inicio, nudo, desenlace. A veces tienen finales abiertos también. Hay algunas historias que, por ejemplo, comienzan por el final como Titanic y que terminan desentrañando todo lo que sucedió con ese con ese primer párrafo hasta llegar a lo que realmente originó la historia. Justamente por eso, porque pretendo -soy humilde por supuesto- que estas historias puedan desafiar al tiempo.
Hay que ratificar una vez más: estamos en el tiempo de redes sociales, pero el libro se queda, lo puedes consultar una y otra vez. En los portales, a veces, las notas ya no están. Las notas de La Razón ya no se encuentran, las de Página Siete, sabemos muy bien, ya no están. Entonces, el libro condensa y lo puedes ver hoy, mañana, pasado, de aquí a 10, 20 años. Por eso la valía también del texto escrito o de la palabra escrita es el libro, y si tienes este plus de que son historias que se puedan leer hoy, mañana, pasado, eso pretendo, no quiero ser vanidoso, pero espero que estas historias se puedan leer.
En el primer libro que escribí el 2017, que saqué, me preguntaban a mí, “esa historia de tráfico de tráfico de especies que había en Coroico, ¿dónde la puedo conseguir?” o “Esa historia de no sé que”. Yo les decía está ahora en el libro, porque no las encontraban.
¿Cuál es el criterio que utilizas para detectar las historias que pueden convertirse en textos periodísticos de largo alcance?
Porque es algo extraordinario, porque sale de lo común. En el libro, por ejemplo, está la historia de las lavanderas de Cotahuma. Yo ya había hecho una nota en La Razón acerca de cómo ellas se levantaban a las cinco de la mañana para lavar ropa, en Cotahuma, en las vertientes.
Entonces, durante la pandemia, fui a ese sector y ya no había lavanderas. Entonces, me pregunté qué pasó. Me dijeron, luego, que ya no vienen las lavanderas. ¿Por qué? “Por la pandemia, pues joven, ya no podemos salir, no ve”. Preguntando, preguntando, di con ellas y hablé con ellas. Me dijeron que efectivamente por la pandemia tuvieron que dedicarse a otro oficio. Entonces, ellas fueron también las víctimas de la pandemia, las lavanderas de ropa. Yo dije: “Aquí hay una historia muy sensible que puede interesar mucho al público”, porque estamos hablando de mujeres madres de familia, cabezas de hogar, que tenían como fuente de ingresos la lavandería de ropa en Cotahuma, pero que con la cuarentena ya no pudieron salir más, entonces fueron las otras víctimas de la pandemia.
Entonces dije esta nota sí. Y efectivamente fue elegida en un texto que la fundación FES eligió para hacer un texto. Entonces, cuando sale de lo extraordinario, cuando tiene algo de humano, cuando es algo que te sensibiliza a ti, con seguridad, un 90%, esa historia puede ser publicable.
¿Cuál es el peso que le das al reportero y al trabajo de campo?
Mucho, porque solamente así puedo describir a los personajes, puedo tener una diversidad de voces. Tú sabes muy bien que escribir una historia con una o dos fuentes no es lo mejor. Si tengo varias voces y tengo varios personajes o cuento la historia de un personaje para cada subtítulo, digamos, es mucho mejor, porque así me da la posibilidad de escribir a ese personaje de esa historia tal como lo vi.
Me ha tocado ir, por ejemplo, dos veces, donde estas señoras (las lavanderas), para tener un poquito más de confianza y para poder tener más datos. A veces no se puede, pero en ese caso sí pude. Es muy importante la reportería, porque solamente así vas a poder describir, relatar, narrar lo que has visto.
¿Y en tu trabajo cuál es el indicador que te dice que ya reportaste lo suficiente para redactar el texto?

Cuando tengo ya tres historias o cuatro historias buenas o una frase textual que es poderosa, yo digo ésta es. Entonces, comienzo a armar el título, en qué momento van a entrar los personajes, si es que hay un relator o no hay un relator o yo voy a relatar. En ese momento ya me pongo a armar la historia y como decía mi amigo Miguel Vargas, hace muchísimo tiempo, cuando termino de redactar la nota la dejo macerar, la dejo dormir una, dos noches y al tercer día lo vuelvo a leer y encuentro o me sueño y digo ah hay que añadir esto más, o digo no, esto, creo que está por demás. Entonces, voy a ir esculpiendo, ya está la obra, pero ahí voy afinando hasta encontrar un trabajo y aún así lo dejo descansar un par de días más tal vez hasta que ya me siento, lo leo y me gusta.
¿Cuando titulas un reportaje o una crónica cuál es la senda que sigues para hallar el título que capte al lector?
Si estoy hablando de personajes, siempre trato de que en el título esté reflejado esa persona o ese personaje, para que llame la atención. Por ejemplo, en el libro está la historia de Butch Cassidy y Sundance Kid, quienes eran buscados en Estados Unidos y que llegaron a Bolivia a principio del siglo XX y cometieron fechorías. Decía: no puedo poner los delincuentes o los ladrones, entonces busqué una palabra que refleje eso. Era los bandoleros o los forajidos del oeste que llegan a Bolivia y que hacen fechorías.
Trato siempre de que el personaje o los personajes o que el lugar esté reflejado por supuesto en el título y que tenga siempre un verbo de acción. Los verbos pasivos, a veces, no llaman mucho la atención, pero un verbo que le dé acción le da más fuerza al título.
Hay un hay una dedicatoria especial en tu libro, ¿puedes comentar de qué se trata?
Yo formé parte de Página Siete y hace más de 400 días que estamos esperando todos los extrabajadores que Raúl Garáfulic pague nuestros beneficios sociales y que de una vez por todas pare este drama y esta tragedia, que vivimos todas las familias de quienes fuimos trabajadores de Página Siete, porque hay que ratificarlo una vez más: si un hubo un grupo de periodistas que sacó al periódico a flote, que le dio el hombro las 24 horas, los siete días de la semana, fuimos nosotros. Nosotros subsidiamos el periódico Página Siete y recibimos la peor traición del propietario. Entonces, nosotros todos los días estamos sobre ese tema y el libro tiene una pequeña dedicatoria a los extrabajadores de Página Siete porque su lucha es también mi lucha.
Retrato
Estudios: Jorge Quispe es Licenciado en Comunicación Social de la UMSA.
Trayectoria: Trabajó en los diarios Última Hora, La Razón, La Prensa y Página Siete.
Galardones: Ganó cuatro premios nacionales de periodismo.
Libro: En 2017 publicó “Andares de un reportero”.