Por: Rodrigo Villegas
Karen Veizaga (La Paz, 1980) es una mujer alta y de voz llana, como si mantuviera una paz concentrada todo el tiempo. Es una mujer que se dedica laboralmente a la psicología y que, tal vez por eso, cuando le hablas suele prestarte la atención que necesitas. Porque el oído, al parecer, es uno de los puntales de Karen, como si entendiera que solo escuchando a los demás es que puedes conocer a ese otro que tienes en frente y escribir, capaz, de él o ella. De sus movimientos, de su forma de sentir, de captar el dolor.
Porque Karen es escritora, una narradora que implanta en su lenguaje la delicadeza de su oralidad. Es, por supuesto, también una gran lectora, y eso se nota en los cuentos de En tránsito, su primer libro, donde a través de los relatos va punzando en esos espacios nítidos del corazón y la memoria. Los afectos.
En el libro, donde al abrirlo se ve su foto y una breve biografía, Karen cuenta que “desde su infancia sueña y experimenta con la escritura”, tanto que con el tiempo ha ido publicando algunas crónicas y reseñas en distintos medios de comunicación del país. Y es que, habitualmente, cuando uno persiste en sus objetivos, cuando le dedica todo el tiempo y fuerza que la esperanza te lo exige, aquellos sueños se logran.

En tránsito
Cuando le pregunto acerca del génesis de En tránsito, Karen me cuenta que el proceso como tal se inició en 2019 y que se fue emparejando con la pandemia, hasta que ocurrió algo terrible: su mamá contrajo el COVID y llegó, incluso, hasta terapia intensiva.
–Por aquellos años, debido a la insistencia de una persona muy querida para mí, me puse a escribir con mayor seriedad, a revisar las ideas y trabajos que ya tenía guardados, tanto que incluso me animé a inscribirme en un diplomado de escritura creativa. Cuando concluyó, desde Editorial 3600 me dijeron que el portafolio de cuentos que había presentado en el curso les había gustado y me propusieron publicarlo. Eso me hizo muy feliz, pero justo llegó la pandemia, tiempo que me ayudó, sin pretenderlo, a trabajar en algunos cuentos más y darle más forma al libro. Ahora, todo se detuvo cuando mi mamá se enfermó del virus y llegó hasta terapia intensiva, un tiempo muy doloroso para mi familia, pero que se fue subsanado cuando la vimos recuperarse y vencer a la enfermedad. Ya con aquel dolor resuelto, pude retornar al libro, a finiquitarlo. Una vez que lo hice, lo pasé a la editorial, que en unos meses, luego del habitual proceso de edición, lo publicó.
Y sí, el libro data de 2022, y viene acompañado de una portada de colores naranjas y café, que representan a un atardecer, y donde resalta la figura de un niño sentado de espaldas en un monopatín, como si entendiera ya a esa temprana edad que el horizonte es gris, que la vida puede ser ciertamente amarga, pero que justo aquel momento de diversión, de juego, es lo que permite pasar el tiempo, sonreír de tanto en tanto.
Los cuentos
En tránsito está compuesto por ocho cuentos divididos de a cuatro en dos partes: De trayectos y De destinos. Ahí ya Karen nos propone un viaje, un camino.
– Las personas llevamos dentro nuestra historia, con eventos felices y eventos muy duros que hemos ido superando y que nos construyen. A veces esas situaciones las vivimos de muy pequeños o de adolescentes y nos marcan. Pasamos gran parte de nuestras vidas resignificándolas, dándoles un sentido. Pienso que somos seres en tránsito, que nada es definitivo, por suerte, porque por eso es que podemos cambiar, seguir soñando, seguir buscando ese destino al que queremos llegar, aunque sepamos que todo acabará en la muerte. Igual el mundo seguirá girando, así como nuestras historias se seguirán contando. Me encantó escribir estos cuentos, pero debo admitir que en algunas ocasiones lloraba terriblemente al hacerlo. Sabía a qué estaba llegando en el desarrollo de las historias con mis personajes, pero el escribir los detalles, el imaginarlos en esas situaciones, me generaba mucha empatía. Son historias de ficción, pero no están lejos de ser muy reales.
Cuando le pregunto cuáles son sus cuentos “favoritos” de la colección, Karen me dice que El viaje, porque tiene muchos detalles autobiográficos y escribirlo fue toda una experiencia de sensibilidad.
– Otro que me gusta mucho es El micro. Creo que soy una persona que hace las cosas que hace con mucho amor, le pongo mucho cariño a la vida, y ese cuento creo que lo escribí con un amor especial. Nuestro desarrollo al interior de una familia nos genera un sentido de pertenencia e identidad, forja gran parte de la persona en quien nos convertimos siendo adultos. Esas experiencias de vida nos generan también situaciones traumáticas que nos acompañan, como una sombra a lo largo de nuestras vidas. He interactuado con muchas personas que han vivido situaciones de trauma, creo que es un pequeño homenaje a ellas y ellos.
Influencias literarias
Toda escritura parte de mucha lectura, no hay otra forma de justificar el oficio literario. A la vez, un libro puede ser el homenaje a muchos otros o una excusa para de alguna forma hablar de ellos. Karen, que es muy buena lectora, sabe de eso y ha decidido colocar en su libro, antes de los cuentos, una frase del escritor y filósofo alemán Friedrich Nietzche: Es peligroso cruzar al otro lado, pero también es peligroso quedares en medio camino; es peligroso detenerse o ponerse a temblar. La única grandeza del hombre consiste en ser un puente y no una meta: lo que en el hombre se puede amara es que es un tránsito y un ocaso”.
Por supuesto, aquella entrada al libro es como una anticipación a lo que vendrá: cuentos en los que hijos recuerdan a sus padres ya fallecidos, adolescentes que aman por primera vez y que sufren en ese proceso inicial; o, por el contrario, el enfrentarse al amor en una edad más madura, en la que conocer a alguien “de cero” puede resultar más difícil de lo que parece. Cada cuento es una pequeña pastilla acerca de ciertos procesos de la vida, de lo que uno se enfrenta conforme transitan los años, las experiencias.
Pero, como decía con anterioridad, cada escritura nace de otra, así que le pregunto a Karen acerca de los libros que acompañaron la escritura de En tránsito y aprovecho para saber cuáles son sus autores favoritos.
–Amo leer y me encanta Nietzsche, pero mientras escribía En tránsito o durante ese tiempo previo a su escritura estuve leyendo Humo de Gabriela Alemán, La peste de Albert Camus, 1 2 3 4 de Paul Auster, Alguien camina sobre tu tumba de Mariana Enríquez, American Visa de Juan de Recacoechea. Ahora, supongo que mis autores favoritos se relacionan mucho a cómo me fui enamorando de la lectura desde niña y adolescente y, poco a poco, también de la escritura. Siempre tendré un cariño especial por García Márquez y Saramago porque realmente disfrutaba leerlos. Con sus relatos podía llorar, podía reírme a carcajadas, podía encontrar magia en sus páginas y en el mundo. Aún lo hago. Siempre me sorprenderá la maestría de Faulkner, la dulzura e inteligencia de Tolstoi y Dostoievski. Y de la literatura nacional, creo que sería genial que las personas lean a Guillermo Ruiz Plaza, me gustan mucho sus libros, es un gran escritor.
Le hago una última pregunta, de la que me interesa mucho saber la respuesta: ¿Y qué proyectos de acá en adelante?
–Estoy trabajando en un libro de cuentos que espero pueda publicarse al año. Hay una novela que también estoy desarrollando, pero la dejaré para más adelante.
Y así es que dejo que Karen, con su humildad y buena onda de siempre, siga leyendo, que seguro es lo que estaba haciendo cuando la inquieté con estas preguntas, ya que, y eso es algo que me gusta de ella, es que es de esas personas que siempre están con un libro a la mano. Es la única manera de alcanzar las estrellas, de cumplir los sueños: trabajando.