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    [Crónicas] Derrotas y victorias

    Por: Rodrigo Villegas

    La vida, entre otras cosas, son las derrotas y victorias que vamos sumando. Son los pequeños logros diarios, los breves objetivos conseguidos, así como los fracasos cotidianos, las fallas recurrentes que cometemos. Es un ir y venir de acá y de allá. A veces se gana; otras veces, se pierde. Así nomás es.

    La cuestión, pienso, es festejar con mesura y aceptar la derrota con dignidad, con la mente fría en ambos casos. No siempre se lo puede conseguir, por supuesto, en el fondo somos torrentes de emociones que en varias ocasiones se terminan llevando por delante toda nuestra racionalidad. Solemos arrepentirnos una vez pasado el remolino, pero lo hecho, hecho está. Quedan las marcas.

    Algo de eso sucedió en Bolivia la pasada semana, los días postelectorales. Una vez finalizado el conteo de votos del SIREPRE, donde el Tribunal Supremo Electoral (TSE) le dio la victoria a Rodrigo Paz y Edman Lara, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), sobre Tuto Quiroga y Juan Pablo Velasco, de la Alianza Libre, lenta y progresivamente intentó instalarse una narrativa que se hace cada vez más vista en los comicios no solo nacionales, sino de los países vecinos: denunciar un presunto fraude.

    Para ello, como era de esperarse, las principales armas de expansión divulgativa fueron las redes sociales, donde una cuenta tras otra, un perfil seguido de otro (muchos de ellos falsos), comenzaron a insinuar y luego a gritar a los cuatro vientos que se habían cometido irregularidades en la votación del domingo 19 de octubre. Poco a poco la duda se convirtió, para muchos, en una certeza.

    No les importó el mensaje del mismo Tuto Quiroga, que aquella noche de elecciones, una vez conocidos los resultados, había aceptado su derrota y felicitado a Rodrigo Paz. No, había que armar algo, salir a las calles, cerrarlas por un supuesto. Por nada más que eso. A veces, en muchos casos, aceptar la derrota es altamente difícil.

    “Convocamos a los jóvenes, hay que reclamar por el fraude”, decían muchos en las redes sociales, que lograron congregarse en puertas del TSE, con banderas de Bolivia como capas, para reclamar por unos supuestos comicios fraguados.

    “No queremos más socialismo”, gritaban en un pedido ciertamente legítimo, pero no certero dadas las aseveraciones de las misiones de observación de, por ejemplo, la Unión Europea, la OEA y otras entidades internacionales que aseguraban que no se había cometido irregularidad alguna en la votación.

    No, había que arar a la gente. Claro, hay objetivos profundos, que solo ciertos “líderes” saben y esconden para lograr sus objetivos. No lo consiguieron. Al menos no esta vez.

    Pero el fuego se iba azuzando. A pesar de que el TSE había liberado todas las actas de votación, perfiles en redes sociales mostraban otras que estaban presuntamente mal hechas, que habían “volteado los votos”. El Órgano Electoral demostró, horas más tarde, que aquellas actas “fraudulentas” eran, a su modo, justamente eso, imágenes falseadas, editadas para fines maquiavélicos.

    A pesar de que el calor parecía subir por parte de las marchas y concentraciones, todo se terminó cuando el mismo Tuto salió una vez más a ratificar su derrota y la victoria del PDC. Sus seguidores, que ansiaban seguir movilizados, tuvieron que detenerse. Muchos de ellos, ahora, insultaron a Quiroga por “tibio”, por “pactar con la izquierda” y hasta de ser un “masista encubierto”. A veces la realidad puede superar a la ficción.

    Así, el fuego se apagó de pronto, como si una lluvia hubiera caído y así le habría dado fin a todo.

    Sin embargo, el malestar fue también haciéndose más leve debido a las nuevas políticas del presidente electo, las insinuaciones de Paz de retomar relaciones internacionales con Estados Unidos (con un posible retorno de la DEA), con la exclusión de los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua a la toma de posesión y con el alejamiento total de aquellas denuncias que lo vinculaban con el masismo y hasta con Evo Morales, quien le reclamó por haber “ganado con su apoyo” pero ahora querer “ir contra el pueblo”.

    Ahora los tutistas, también desde sus redes sociales, comenzaron a publicar videos en los que decían “Creo que estábamos equivocados, Rodrigo lo está haciendo bien”, felicitándolo por “haber utilizado el voto masista para ahora echarlos de cualquier lado”. Gozaron más con uno de los comunicados oficiales de Paz, donde, como símbolo, se veía el escudo nacional y ya no la chacana, que había representado al partido azul en todo el tiempo previo.

    No ha pasado ni una semana de su victoria y Rodrigo Paz corre con el respaldo mayoritario de la población. Por lo menos por ahora, hasta que asuma el mando y le toque de verdad hacerse cargo de este país convulsionado por la escasez de combustibles y de dólares, que han provocado una terrible inflación en Bolivia. En solo unos días fue acusado de organizar un fraude y, horas después, aclamado por su acercamiento al gobierno norteamericano y el alejamiento de líderes de izquierda internacionales. De ser odiado por algunos, ahora es visto con luz por parte de esos mismos.

    Es el poder de las redes, la de colocarte en un sitial de privilegio, dorado, o en una cloaca. Con o sin razón, así funciona el internet, su fuerza. Hay que saber aprender a perder. Y a ganar, que a veces puede ser más complicado que lo primero.

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