Por: Rodrigo Villegas
La universidad, esos años maravillosos. La velocidad, los amores contundentes, tal vez los primeros. Los viajes con los amigos, las canchas de fútbol, las fiestas. Las clases, repletas de alumnos recién salidos del colegio y que ahora habitaban nuevas aulas donde aprenderían a compartir sus sueños. Donde aprendimos. Donde, a través de alegrías y tristezas, de risas y lágrimas, coincidimos en ese simulacro de la vida adulta. No, no había nada mejor.
En Comunicación Social de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) la vida se la podía tomar con un puño. Soñábamos con situaciones variadas: ser presentadores de un programa conocido de la televisión, ser radialistas y hacer de nuestra voz un eco que llegara hasta el rincón más alejado del país, o hasta ser cineasta y dirigir las nuevas películas nacionales que contarían lo nuestro, lo que nos tocaba presenciar y sentir. Tal vez los menos, por lo menos en mi generación, queríamos escribir, emerger como periodistas que teclearan noticias que salieran publicadas en periódicos bolivianos y, tal vez, con el tiempo, del extranjero.
Solo queríamos mancharnos los dedos de tinta, de palabras.

Uno de los espacios que nos permitió aquello, de practicar para esa actividad que tanto ansiábamos, fue el periódico universitario Enfoque Universitario, del Taller de Prensa dirigido por el catedrático Saíd Villavicencio, un hombre alto y de voz nítida, que casi siempre vestía con colores cafés o similares. El periódico nos llevó de la mano hacia aquellos debates para definir los enfoques, nos entregó esas páginas en blanco donde jugamos a escribir noticias y reportajes, crónicas y entrevistas donde tuvimos que buscar a personajes de la cultura o política popular para contar sus historias con todo el esfuerzo posible.
Cómo pasa el tiempo: este año Enfoque Universitario cumple 20 años, dos décadas en la que distintas generaciones de estudiantes se formaron en el oficio y que ahora están desperdigados por diferentes partes del país y hasta del mundo, trabajando en eso que tanto quisieron/quisimos: el periodismo escrito.
Por la celebración, la actual generación del Taller de Prensa organizó un festejo, donde se invitó a una de las estudiantes de la primera tanda de Enfoque y que ahora ya ejerce la labor periodística en medios. Así es el tiempo, pestañeas y te das cuenta que han pasado cinco, diez, veinte años.
También nos invitaron a algunos que pasamos por aquel taller en distintos años; nos tocó regresar a aquel edificio donde muchos conocimos la rebosante felicidad. Siempre es lindo volver.

Una vez transcurrido el homenaje a las Bodas de Porcelana del periódico, los actuales estudiantes mostraron una torta pequeña que habían comprado para la celebración y se la entregaron a Saíd, que, en representación de los cientos de alumnos que pertenecieron al taller, agradeció y se dejó cantar el tradicional feliz cumpleaños. Sopló la vela y todos los asistentes al evento aplaudimos por aquel momento en que distintas generaciones aprovechábamos para recordar y apreciar aquella etapa maravillosa que es la universitaria.
Antes de retirarnos del aula que también hace de auditorio – y que lleva el nombre de otro gran docente de redacción periodística que ha fallecido hace unos años: Edwin Flores – pude apreciar los periódicos, desde el primero hasta el último, que habían colocado con mucho esmero en unas bancas de madera. El papel como un escudo ante el tiempo. La escritura como un recordatorio de que todo pasa, pero la memoria, si es que quiere, queda.
Salud por Enfoque Universitario. Que se vengan otros veinte años más.