Más

    [Crónica] Pintar a Felipe Delgado: Sáenz desde el pincel de Lesliel Molina

    Por: Rodrigo Villegas

    Lesly se transformó en Lesliel cuando decidió que la ilustración, el lienzo, sería lo suyo. Cuando entendió que en sus manos latía el ansia por contar historias y momentos a través de los colores, de las acuarelas. Fue así que un día, cuando 2025 empezaba a dar sus formas, se dio al trabajo de ilustrar una de las novelas más importantes de la literatura nacional: Felipe Delgado, de Jaime Sáenz.

    –Estudié en la Academia Nacional de Bellas Artes, donde debía presentar mi proyecto de grado. Tras conversar con mi docente y mentor, el artista Mario Conde, decidimos que la ilustración de una novela nacional sería algo novedoso y un reto para mí. Él me dio a escoger cualquiera, seguro a la espera de que elija algún libro corto. Pero me decidí por Felipe Delgado, que era uno de los más voluminosos. Me gustan los retos, la irreverencia. Y eso intento plasmarlo en mi arte.

    *

    Lesly Molina nació en Sucre en 1992, pero rápidamente sus ojos debieron acostumbrarse a otros tipos de paisaje: sus padres se mudaron junto con ella y sus hermanos a Buenos Aires, Argentina, donde estuvieron unos años antes de regresar a Bolivia, a Santa Cruz. Luego Lesly decidió emprender un camino en solitario: se trasladó a La Paz, al centro nacional de casi todo, especialmente de la movida artística. Eso sí, antes de emprender su camino en la Academia Nacional de Bellas Artes tuvo que inscribirse a Administración de Empresas, donde sus padres le habían presionado a ingresar.

    –Tienes que ganar dinero, vivir de algo, me decían. Y es que son nuestros papás, siempre van a estar preocupados por nosotros, por nuestro futuro. Así que les di el gusto. Terminé Administración y luego me lancé a Bellas Artes.

    –¿Y trabajaste alguna vez en eso? En tu primera carrera.

    –Sí, pero poco. La verdad es que el arte siempre me ha carcomido las venas, el cerebro. Ha sido lo más importante para mí.

    *

    Un hombre con abarcas y un chullo sostiene en sus espaldas la carga del tiempo: un corazón con un solo ojo, el cráneo de una calavera y el cuerpo de una mujer con trenzas.

    Es una escena de Felipe Delgado, la novela de Sáenz, pintada por Lesly: en otro lienzo se ve a una mujer que grita desesperada mientras dos pájaros enormes la vigilan; encima de ellos un árbol de caretas con cuernos sonríen o parecen sorprendidas.

    Así, cuadro a cuadro (son quince), se narra la novela mítica de Sáenz. La exposición está montada en el Espacio Waliki, de Miraflores. La exposición es apoyada por el Centro de la Revolución Cultural (CRC), dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia.

    –Son interpretaciones mías. Es decir, los cuadros están regidos en la novela, en fragmentos, pero las puestas en escena fueron pensadas por mí, por cómo las sentía en mi mente. Justo estaba pasando por un momento intenso de mi vida, al haber terminado una relación amorosa de muchos años, y los cuadros están inevitablemente plagados de esa oscuridad también.

    Los lienzos están basados en la técnica de la acuarela, matizados con tonos dorados que a veces parecen rayos y descargas eléctricas que le dan mayor intensidad a las historias que se quieren contar.

    –Elegí Felipe Delgado porque de alguna manera quería sentir esta relación que existe con La Paz, con la ciudad, que ahora forma parte latente de mi identidad. Es decir, como he vivido en distintas partes del país, me atraía la idea de aferrarme a algo al menos por un tiempo, en este caso a una ciudad y sus características. Pensé que no había mejor novela para hacer eso que con la de Sáenz.

    Uno de los últimos cuadros muestra eso: gradas y más gradas entremezcladas que abren distintas puertas, barreras que abren a los nevados, a las iglesias coloniales. A los ríos de La Paz.

    *

    –Pienso que el arte, así como muchas cosas, es convicción, persistencia. Es disciplina. Es el único modo en el que se puede lograr algo o por lo menos donde se puede remar. Yo quiero vivir de esto.

    Lesly o Lesliel tiene en mente trabajar duro para persistir en el camino que ha elegido: el arte.

    –A veces se vende bien, otras veces no tanto. La cuestión es moverse y diversificarse, ver alternativas. Sacar, por ejemplo, cuadros más pequeños y accesibles al público. Veo que otros amigos ilustradores también venden, por ejemplo, stickers. Es lo que hay, de algo hay que vivir. Hay que perderle el miedo a este juego, a la solemnidad del artista. Claro, si pretendes seguir creando.

    Lesly también habla del sacrificio familiar que puede significar dedicarse de pleno al arte:

    –Mi prioridad no es tener, digamos, una familia, hijos. Para mí lo más importante es esto que hago, para bien o para mal. Asumo que eso también influyó en la ruptura de mi relación pasada, pero es que no nos quedaba más. Cada quien asume sus prioridades. Yo elegí la mía.

    En ese mismo camino Lesliel me cuenta que se está preparando mucho para la Feria Internacional del Libro de La Paz de este año, que inicia en pocos días, donde compartirá un stand con otros amigos y colegas artistas. Ahí intentará recuperar lo invertido en el espacio y ganar un dinero que le ayude a seguir en su intención de vivir de eso, de su arte.

    –Después de Felipe Delgado, de esta exposición, estoy viendo a dónde va mi trabajo, mis nuevas pinturas. Si persisto en los tonos, en las imágenes que tengo en mente, o si me voy por otro camino. Eso es lo lindo del arte, es un cambio constante.

    Por lo pronto la exposición de Lesly sigue en pie, con la historia de Sáenz narrada en las paredes del Waliki, y que seguramente habitará nuevos espacios en el tiempo. Y es que el arte, como dice Lesliel, es una transición constante.

    Así como lo pintado en el cuadro titulado por Lesly como Pozo maldito: un aparapita carga a un hombre en su espalda, sostenido por una pita, en un camino rodeado por un lago. Y espejos, muchos espejos.

    Últimos Artículos

    spot_img

    Artículos relacionados

    spot_img